Haciendo un
esfuerzo muy grande, seguro podríamos recordar a nuestros maestros y a nuestros
profesores que nos enseñaron y guiaron por el doloroso camino del “aprendizaje.”
Algunos de ellos eran realmente buenos, algunos brillantes y otros tal vez no
tanto; eran distintos, pero nunca malos.
En mi caso
puedo recordar a mis compañeros de banco, a “Don Beto” el
kiosquero, a “Catalina” la magnífica portera. El día en el que
por primera vez me pidieron izar la bandera -un sueño hecho realidad, jaja-. Puedo
acordarme de las directoras, esos personajes implacables que salían de sus
oficinas solo si las “papas quemaban”. Del mismo modo podríamos acordarnos de
los edificios. Algunos viejos, otros nuevos, otros en “eterna reparación”.
Podríamos acordamos de los patios… esas enormes “hectáreas” donde disfrutábamos
el tiempo de recreo. Y cuando ya fuimos grandes, resultaron ser sencillamente
“patios” de juego y de esperadas oportunidades de renovar el aire ya viciado de
las aulas. Aulas…
Esta es nuestra
palabra para hoy… “Aulas”
Las aulas eran
(y son) esos lugares en donde pasábamos las mejores y también las peores horas
de nuestra vida. Teníamos días de gloria y días de llanto. A veces esas aulas
parecían ser como lugares de padecimiento, pero también de crecimiento. Durante
todo un año ese era el lugar en donde éramos forjados por nuestros maestros,
pura fragua, yunque y martillo. Y cerca de fin de año mirábamos de reojo aquella
otra aula anhelando estar en ella porque era más grande o tenía mejor vista.
Definitivamente
el año era duro, pero sin lugar a dudas, avanzábamos. Pensábamos que no
llegábamos, que nos quedábamos en el camino, pero al final veíamos la
recompensa. Con luchas, esfuerzo y dedicación, pero avanzábamos. La Escuela de
Dios es una sola y también tiene aulas.
GILGAL, un campamento
Luego
el Señor le dijo a Josué: «Hoy he hecho que la vergüenza de su
esclavitud en Egipto salga rodando como una piedra». Por eso, ese lugar se
llama Gilgal hasta el día de hoy. Josué 5:9,10
Por lo
general, los campamentos en el desierto fueron para Israel esos lugares en
donde finalizaba una etapa y se preparaban para comenzar otra nueva. Era lugar
de instrucciones y de nuevas estrategias. Este campamento en Gilgal tiene
características diferentes. Es la base de operaciones para la toma y conquista
de la tierra prometida. Aquí está acampada una generación de soldados nuevos y
con ganas de protagonismo. Es el campamento de la esperanza “nueva”.
Creo que
Gilgal es como un “aula magna” para todos aquellos que van a ingresar a un
tiempo nuevo de conquista y de puesta en marcha de la fe. Gilgal es “comenzar
de nuevo”. Los vv 8 y 9 muestran dos elementos básicos de este campamento: Sanidad
y Restauración.
Gilgal fue ese
lugar en donde este nuevo pueblo necesitaba sanarse de su pasado. Así como Nahamán
necesitó un Jordán, Moisés una zarza ardiente, David un
Natán, Saulo un camino a Damasco, nosotros también necesitamos un
“Gilgal” para sanarnos y restaurarnos de nuestros males y aquellas enfermedades
que nos han impedido avanzar en esta carrera.
QUERIT, un arroyo
... dirígete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, que está al
frente del Jordán. Y sucederá que beberás del arroyo, y yo he mandado a los
cuervos que te sustenten allí. 1° Reyes
17:3,4
Estar a
orillas de los arroyos y de los ríos es agradable. Son esos momentos en donde
se disfruta de la naturaleza a pleno y aprovechamos para relajarnos. Pero para
Elías fue todo lo contrario. Fue el lugar en donde experimentó que “los profetas”
también tienen que aprender, también sufren, no lo saben todo, no tienen manejo
de las situaciones, sino que Dios hace con ellos como quiere. Los levanta,
los baja, los corre, los esconde.
Querit fue un lugar de sustento para el profeta, atendido directamente por los cuervos. ¿Qué curioso verdad? Aves asociadas siempre a la carroña, a lo impuro… En fin, Dios hace como quiere.
Los arroyos de
Querit son aquellos lugares en donde Dios nos pide hacer un “retiro”. No solo
un retiro espiritual sino un retiro de nuestras tareas. Es interesante notar
que Elías sufrió la misma sequía que profetizó, pero llegó el momento en donde
Dios respondió de manera inesperada. ¡Dios es más que creativo! Es soberano
sobre los métodos. En las aulas de Dios “todos” somos alumnos.
Según mi opinión…, a partir de la lectura de la Palabra de Dios,
encontraremos otras “aulas” de la Escuela de Dios. Hoy nos quedamos con estas
dos: un campamento y un arroyo. Gilgal representa
para nosotros sanidad y restauración de nuestro pasado, de nuestras
enfermedades. Querit representa esos lugares de retiro especial en donde el
Señor ha decidido sustentarnos de una manera especial e incomprensible. No lo
podemos evitar, en la Escuela de Dios, Gilgal y Querit son dos aulas por las
que tenemos que pasar inevitablemente en nuestro camino de crecimiento
espiritual.
A Elías le
tocó ser profeta durante el reinado de Ahab, Rey de Israel por 22 años. Cometió
más pecados que todos los reyes anteriores, se casó con mujeres de otros
pueblos paganos y terminó adorando a Baal. En medio de este panorama, Dios
levanta a Elías con un mensaje muy claro para Ahab: “Tan cierto como que
el Señor vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni
lluvia durante los próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!”
Es interesante
notar que el pasaje no nos indica cuáles fueron las consecuencias que el pueblo
sufrió como resultado de esta sequía -aunque no sería muy difícil imaginarlas-,
pero sí nos habla de las enseñanzas del profeta Elías.
Después el Señor le dijo a
Elías: «Vete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, cerca de su
desembocadura en el río Jordán. Bebe del arroyo y come lo que te den los
cuervos, porque yo les he ordenado que te lleven comida». […] Sin embargo, poco
después, el arroyo se secó porque no había llovido en ninguna parte del reino.
1 Reyes 17:2-7
Siempre que
nos toca pasar por pruebas difíciles, la mayor pregunta que nos hacemos es: ¿Cómo
vamos a sostenernos en medio de ellas? La falta de trabajo, una deuda grande,
una intervención inesperada, etc.
Hay momentos
en los que Dios exige de nuestra vida un acto de fe concreto. Elías también iba
a sufrir las consecuencias de este fenómeno.
Según mi opinión…, no estamos lejos de esta realidad. Nuestro país/sociedad
sufre dos grandes y terribles sequías en su vida. Por un lado, la sequía Espiritual;
se ven vidas secas, huesos secos, corazones secos, espíritus secos (como los de
Ezequiel 37). El creyente que entró a esta “cuarentena pandémica” flojito
de Biblia y cimiento espiritual está haciendo agua, no puede interpretar lo que
sucede, todo lo que hace es repetir frases que recoge por allí y pasa el tiempo
de “virtualidad en virtualidad” cultica esperando que algún predicador, pastor,
profeta, interprete o le indique lo que tiene que hacer o lo que está pasando. No quiero menospreciar, solo es descriptivo, pero me
da mucha tristeza. Y por el otro lado, la sequía Terrenal; se ve
la sequedad de un país que produce solamente para algunos, ríos secos, animales
muertos. Lo que antes tenía vida y producía sustento, ahora ya no da nada. Un
hermoso país que sigue sufriendo y padeciendo la falta de decisiones que
beneficien/bendigan a todos por igual. Y sigo preguntándome por nuestra
responsabilidad en todo esto. ¿Será que habremos dejado de ser sal de la tierra
y luz del mundo? Tal vez ya no salamos ni alumbramos como antes.
Pastores, siervos, misioneros… estoy convencido que, al regreso de toda esta “sequía” nos espera una tremenda tarea pastoral de enseñanza y discipulado fuerte. Necesitamos replantearnos este aspecto.
Cuando
nuestras vidas entran en un tiempo de sequía espiritual y dejamos de buscar a
Dios como antes desviando nuestra mirada hacia otras cosas, todo lo que tenemos
ya no nos satisface.
El campamento
de Gilgal y el arroyo de Querit representan aquellas aulas en donde somos
enseñados por Dios.
Termino “según mi opinión,” reconociendo que Dios ya ha provisto para nosotros SOSTÉN. La presencia de los cuervos y de los buitres indican que hay algo muerto o a punto de serlo. Es que son aves de carroña. Paradójicamente, tal como lo hizo con Elías, Dios les ha ordenado que te alimenten, que te sustenten.
¡Dios te bendiga y buena jornada!