Ahora bien, esto es lo que el Señor dice a la familia de Israel: “¡Vuelvan a buscarme y vivan!”. Amos 5:4 (NTV)
Es probable que nos larguemos en una búsqueda
desenfrenada de cosas que no necesitemos. También puede darse el caso que
estemos buscando aquello que ya tenemos a nuestro lado o con nosotros. O puede
ser que estemos buscando conseguir algo solo para decir, “ya lo tengo”.
Pero en este pasaje no se están buscando cosas
opcionales, superfluas, sino esenciales. Dios, a través del profeta Amós, dice
a su pueblo: “Búsquenme…” Pero esta búsqueda implica por lo menos dos
cosas. Primero, el reconocimiento de la pérdida de algo; y en segundo lugar, la
puesta en marcha de una acción, de una actitud personal. Así que tenemos que
reconocer algo que es prácticamente lógico desde la mirada de Dios; que lo que estamos
buscando, es para nosotros y se supone que estamos “vivos” (obvio) al momento
de la búsqueda. Pero en el caso del pasaje que nos ocupa; Dios reclama algo
diferente a su pueblo a través del profeta Amós.
Esto quiere decir que Dios está afirmando,
reconociendo, que está haciendo un pedido a un pueblo que está “muerto
espiritualmente”, y que para volver a la vida necesita buscarlo y encontrarse
nuevamente con Él. Por lo tanto, en esta relectura del profeta nos
encontraremos con una dimensión diferente del acto/acción de buscar. Aún desde
el estado de “muerte espiritual”, de separación, podemos volver a encontrarnos
con un Dios vivificante, creador, alentador, prometedor.
Pero primero, veamos en unas pocas líneas el contexto histórico
del profeta. Quizás, es uno de los más oscuros que podamos imaginar. Tal vez,
la carta de Santiago sea el paralelo más equivalente del Nuevo Testamento. Como
para hacernos una idea rápida del libro, digamos que:
- Predicó en Judá (Reino del Sur), durante el reinado de Uzías (ver Isaías) y luego se traslada a Israel (Reino del Norte) con el Rey Jeroboam.
- Es probable que Amós haya colaborado con el profeta Oseas en el Reino del Norte.
- Durante el reinado de Jeroboam II se produce un tremendo crecimiento de la riqueza a nivel nacional… pero NO en todos los niveles sociales en forma igualitaria.
- Hay un contraste muy grande entre la abundancia de las clases gobernantes ricas y el resto del pueblo.
En este contexto socio-político-espiritual, el profeta
Amós emerge con un claro y potente mensaje de Dios, denunciando:
- Un sistema judicial corrupto (5:12)
- A la clase rica por oprimir al pobre (2:6)
- A los que especulaban con el precio y el peso del trigo (8:4-6)
- A la clase religiosa (aunque había gran actividad, no había resultados. 5:18-24)
Por esto, entendemos que el mensaje de Amós y de Oseas (profetas
menores), es tan actual y pertinente como en aquel tiempo. A los fines de
nuestra reflexión, les propongo prestar especial atención a la propuesta de
parte de Dios frente a la situación en la que se encontraba Su Pueblo.
Según mi opinión…, la realidad sigue siendo la misma. Pero,
habiendo ya transcurrido más de 2700 años de historia, parece haber empeorado.
Pasaron los reyes, cayeron imperios, se levantaron nuevos sistemas, pueblos
lucharon por su libertad e independencia, etc. Así, el evangelio llegó en la
persona de Jesús, NO con otra propuesta sino con la misma de siempre: “Volver a
Dios”. Así lo expresa Jesús en el Evangelio de Marcos:
Muchos aceptaron la propuesta, pero
otros muchos no. El evangelio comenzó a expandirse, nacieron las congregaciones
y se formaron iglesias. Con el correr del tiempo, los años y los siglos,
algunos virus y bacterias espirituales fueron ingresando y contaminando el
mensaje. ¡Pura historia que se repite! Finalmente, la iglesia (en tanto
organización humana) sucumbe ante la seducción del poder político-religioso y
termina formando un mix raro, extraño, poco eficiente. Fue mezclándose y
escondiéndose detrás de reclamos que le hicieron creer y convencerse que esto
es lo que hay que hacer.
Y así, de esta manera, el mensaje salvador para el hombre, la
sociedad, los pueblos, las naciones, el mundo… fue quedando “aprisionado y encuadernado”
entre dos tapas de un libro que ya no se interpreta, sino que se "siente"; ya no
se lee en su totalidad, sino en forma "parcial"; ya no es objeto de meditación,
sino a través de "otros libros". Tal como el Talmud, la Midrash, la Mishná que
ayudaban a “interpretar” la Ley.
Tenemos claro que la realidad no ha cambiado, tal vez ha
empeorado. De todas maneras, el mensaje No ha cambiado, sigue siendo el mismo.
La misión de la iglesia tampoco cambió, sigue siendo la misma. Entonces vemos
en Amós, que la propuesta o invitación de Dios frente a esta realidad
socio-espiritual, no es la de la protesta ni el reclamo, sino la búsqueda sincera de
Dios como único factor vivificante para la humanidad. No se trata de un
gobierno, de un partido político, o de un nuevo sistema de leyes; se trata de la
Cruz, de Cristo, del Padre, del Espíritu Santo. No podemos seguir enredados en
pensamientos que nos hagan creer otra cosa. Para los que ya conocemos y
sabemos, es tiempo de volver al seno de Dios. A los que no lo conocen todavía…,
es tiempo que les hablemos de ÉL.
Permítanme rescatar y compartir algunos pilares determinantes a
partir de la lectura de este pasaje (o de todo el libro).
- “No adoren en los altares paganos en Betel; no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba. Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro y el pueblo de Betel será reducido a nada.” (v.5)
La REALIDAD que vivía el pueblo en aquel momento tenía que ver con
un abandono de la intimidad con Dios para pasar a lo puramente religioso,
pragmático y cumplidor de la relación. Cumplir con la actividad no significa
cambio espiritual. Betel, Gilgal y Beerseba eran los centros de culto a los que
la gente acudía; pero Dios moraba solamente en el corazón de unos pocos. El llamado de
Dios a través de Amós es, YA NO BUSQUEN MÁS EN ESOS LUGARES. La misma
urgencia la vemos en Jeremías 29:12-14. “(...) cuando oren, los escucharé. Si
me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Sí, me encontrarán—dice
el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar. Los reuniré
de las naciones adonde los envié y los llevaré a casa, de regreso a su propia
tierra”.
- “Es el Señor quien creó las estrellas, las Pléyades y el Orión. Él transforma la oscuridad en luz y el día en noche. Él levanta agua de los océanos y la vierte como lluvia sobre la tierra. ¡El Señor es su nombre!” (v.8)
Buscar a Dios como CREADOR es realmente
transformador. En un mundo que vive y se desarrolla constantemente frente a
nuevas propuestas, nuevos creadores, nuevas filosofías, nuevos dioses, nuevos
acomodos, nuevos mundos…, la realidad de volver al seno de un Dios creador de
todas las cosas es realmente una necesidad “urgente”. No es una teoría más, no
es una explosión cósmica librada al azar, o una nueva teoría conspiranoica… El
dedo de Dios se levantó, Su voz fue oída y todo fue creado por Su poder. No
estamos en presencia de un inventor de turno, sino del Creador de todo.
- “¡Vuelvan a buscarme y vivan!” (v.4b)
Con total claridad estamos frente a la invitación
a buscar a un Dios vivificador. En Amós, no vemos un llamado a aceptar o buscar
una nueva propuesta de servicio o de nuevos planes más baratos. La propuesta de
Dios es cara, muy cara, porque nos cuesta la vida. Es que para vivir en la
intimidad con un Dios que da VIDA NUEVA, hay que morir a uno mismo para
comenzar a disfrutar la vida de Dios… “Buscadme y viviréis”. No se trata de un
elixir para la eterna juventud espiritual; tampoco se trata de un tratamiento
revitalizante o de una pócima contra el acné espiritual. Es todo lo contrario a
lo que podamos imaginar.
En aquel tiempo, Dios llamó nuevamente a Su
pueblo a buscarle, a vivir muy cerca suyo. Lo llamó a dejar, a abandonar lo que
no edifica, a deshacerse de toda práctica sistemática de adoración para volver
a instalarse en una “relación matrimonial” con ÉL. El profeta Oseas (6:1-3, 6) lo expresa
de esta manera: "Vengan, volvámonos al Señor. Él nos despedazó, pero ahora nos sanará. Nos hirió, pero ahora
vendará nuestras heridas. Dentro de poco tiempo él nos restaurará, para que
podamos vivir en su presencia. ¡Oh, si conociéramos al Señor! Esforcémonos por conocerlo. Él nos responderá, tan cierto como
viene el amanecer o llegan las lluvias a comienzos de la primavera (…) Lo que
pido de ustedes es misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios en lugar
de holocaustos."
Por el año 1987, Pablo Bedrossian escribió una canción (entre tantas) que marcó la vida de muchos jóvenes que estábamos en la búsqueda de algo diferente, transgresor, tal vez más espiritual. Pero…, finalmente no se trataba de nada de eso. No había nada diferente a lo esencial del evangelio. Se trataba de algo simple y desafiante, se trataba de “Vivir como Cristo vivió”.
¿Será posible nuevamente hoy?
No encuentro nada mejor para cerrar esta reflexión, sino hacer honor a la inspiración del autor, transcribiendo la letra de aquella canción.
Tengamos la mirada compasiva,
las palabras de esperanza,
la entrega de Jesús,
y extendamos nuestras manos al caído,
dando abrigo al que tiene frío
y al que está en tinieblas, luz.Vivir como Cristo vivió,
seguir lo que Él enseñó,
amar como nos amó,
servir como Él sirvió,
como se entregó por nosotros...
Vivamos como Cristo vivió.Cambiemos, la hora lo demanda.
No es cuestión de palabras,
sino de amor, acción y fe;
Y mostremos que es posible el hombre nuevo
viviendo nosotros primero
una vida de poder.
“Vivir como Cristo vivió”
Letra y música: Pablo Bedrossian - Año 1987
Que Dios te bendiga en tu jornada de "búsqueda"
Ptor. Roberto Góngora