viernes, 12 de junio de 2020

Un Desayuno Fatal...

Poco tiempo después, Jesús se apareció a los discípulos a la orilla del lago de Tiberias. Esto fue lo que sucedió: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael, que era del pueblo de Caná de Galilea, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos de Jesús. Pedro les dijo: —Voy a pescar. —Nosotros vamos contigo —dijeron ellos. Todos subieron a una barca y se fueron a pescar. Pero esa noche no pudieron pescar nada.  Juan 21: 1-3 (TLS)

 

A menos que nos animemos a otra cosa, la verdad es que siempre hacemos lo que sabemos hacer. Nos cuesta salirnos de lo de siempre porque nos hemos ajustado, amoldado a nosotros mismos. No solo el trabajo es rutinario, por decirlo de alguna manera, sino también la vida de todos los días. Hay momentos en los que nos encasillamos en lo mismo de siempre y nos cuesta salir de allí. ¡Mucho más en estos tiempos!

 La rutina no es mala en sí misma. Nos ordena, nos obliga, nos sujeta a ciertos patrones que debemos seguir. ¿La pregunta es si nos animamos a salir de ella para producir otra cosa? ¿Nos conviene dar un paso para romper la inercia? Por qué cambiar, si siempre lo hicimos así. Este pasaje nos relata la “pintoresca experiencia” de este grupo de discípulos que lo único que pueden decir es: “no pescamos nada en toda la noche.”


¿Por qué no obtenemos resultados si ponemos en marcha todo el andamiaje de siempre, todo lo necesario y hacemos lo que hay que hacer? ¡Es una gran pregunta! ¿Te pasó alguna vez esto?

“Según mi opinión…,” Jesús se presenta, pero es uno más del “montón”. Nadie se da cuenta que es ÉL. Es como cualquier otro curioso que se acerca para ver si se puede conseguir algo (como sucede en el puerto al regreso de los pescadores). Evidentemente el “mal humor” que reina, se hace sentir y se expresa con claridad. Pero Jesús hace la pregunta del millón, la pregunta que descoloca, que te saca de las casillas; es la pregunta que colma el vaso.

Amigos (hijitos)…, ¿tienen algo de comer? Si damos vuelta la pregunta, sería: ¿pescaron algo? La respuesta es corta, simple, definitoria: NO. Tan contundente como cuando respondemos “mal” sin mirar a nuestro interlocutor. ¡Es raro! Jesús está haciendo una pregunta a personas que conoce; pero ellos parecen responder a un desconocido. No hay caso, por más que los llama “hijitos”, no se dan cuenta de quién es el que está de pie en la orilla.

Pero ese “desconocido” les propone hacer un intento diferente:  —Echen la red por el lado derecho de la barca, y pescarán algo (v.6). Ahora, pregunto en voz alta: ¿Cuál es la diferencia en tirar la red hacia la derecha o hacia la izquierda? ¿Será que toda la noche estuvieron tirando por el lado equivocado? ¡Ellos eran los que conocían el oficio! ¿Acaso no sería un atrevimiento decirles a estos profesionales de la pesca lo que tienen que hacer?


A veces somos así… Que nadie se atreva a decirnos nada, los que saben de esto somos nosotros. Somos los profesionales de la vida y ¡la tenemos clara!

“Ellos lo hicieron…” El relato nos cuenta que los discípulos no conocieron a Jesús, no se dieron cuenta que era él. ¿Por qué le hicieron caso a una persona que no conocían? ¿Por qué siguieron el consejo de un neófito? Tal vez la frustración de no haber pescado nada, o como último recurso, o por la ley del menor esfuerzo, etc.

“…y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.” Vemos que la obediencia trae recompensa, trae bendición. Lo que está claro aquí, por lo menos para mí, es que este es el milagro de la obediencia. Cuando obedecemos al Señor comenzamos a recibir las añadiduras prometidas. Está claro que para Jesús esto no es sorpresa, pero los milagros rompen las leyes de la naturaleza: un mar abierto, un rio detenido, una lepra curada, un muerto resucitado, un ciego que ve, un paralítico que camina, una tormenta que se calma, etc.

“Según mi opinión…,” creo firmemente que Jesús necesita “intervenir” definitivamente la naturaleza profesional de sus discípulos y no creerse los “sabelotodos” del momento. Nuestra naturaleza nunca dejará de ser pecaminosa. Podrá ser natural que obremos así, pero Jesús también necesita intervenir nuestra vida para que cuando digamos “cambié, soy otro” sea realmente en serio. Nuestra sabiduría espiritual profesional nos arruina, nos aleja del proyecto divino y nos deja con las redes vacías.


¿Por qué esperar un resultado distinto, diferente si hacemos siempre lo mismo? ¿Tiene sentido esto?

Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. ¡Por fin! Alguien tenía que darse cuenta. Algunos creen directamente, sin intermediarios, y otros creen por las afirmaciones o la palabra de otros. Juan grita: “Es el Señor”. Pero el que se apresura a ir a su encuentro es Pedro, sin darse cuenta que ese encuentro sería totalmente transformador, determinante, traumático en la vida de este hombre. Ahora, ya nadie tenía dudas… “Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres?». Todos sabían que era el Señor.”

 

Jesús y Pedro, frente a frente

Los versículos que siguen nos entregan un encuentro aparte. Después de aquel desayuno, Jesús se acerca a Pedro y le dice que necesita hablar algunas cosas a solas. El diálogo será “espiritualmente asfixiante” y Pedro no tendrá escapatoria. Alguno de nosotros prestaría atención a las 3 veces que Jesús le pregunta a Pedro si lo ama. Y si le hubiese preguntado una sola vez o seis veces, ¿no sería lo mismo?

“Según mi opinión…,” lo que debemos tener en claro es que, en este encuentro personal de Jesús con Pedro, lo meduloso no está en la cantidad de veces que le pregunta lo mismo, sino en la profundidad de la pregunta: “¿Me amás?” Esta también es una pregunta determinante para hoy, para nosotros. Del mismo modo lo fue para Pedro y para todos aquellos que decidieron seguir a Jesús.

Quiero preguntarte lo siguiente: ¿Amás al Señor? Es tan fácil decir que sí, obvio, claro, por supuesto, te re amo, sin vos no soy nada, sos todo para mí. Pero necesitamos pensarlo bien antes de responder y mirarnos al espejo primero. Si fuese necesario, necesitamos retirarnos a algún Aposento Alto antes de responder. Nada es obvio en las cosas del Señor. Pedro responde, “Señor tú sabes…, Señor vos sabés todo…, No te puedo ocultar nada…” Pero Jesús no espera nuestras obviedades; quiere una respuesta, o No.

El final de este encuentro (v.19) expresa la invitación del Señor a Pedro a “SEGUIRLE” en una aventura que le costará la vida en todo sentido. Seguir a alguien no siempre es sencillo. Algunos caminan más rápido que otros; otros manejan más rápido y es difícil ir detrás de ellos; otros se apuran para llegar antes, en fin… no es fácil seguir a otros. Sin embargo, ¡Jesús nos invita a seguirle!


No se puede ser lo que Dios anhela de nosotros, a menos que muramos ante Él y le sigamos.

La propuesta de Jesús a Pedro es diferente. Tiene que ver con dejar de ser lo que fue hasta ahora para comenzar a ser alguien completamente distinto, alguien diferente, un protagonista. Entre nosotros diríamos que a Pedro “se le vino la noche”: Apacienta, Pastorea, Sígueme. Esto marca nuestra vida definitivamente porque se trata de una actitud de vida, de algo diario. Para ser protagonista hay que actuar, involucrarse, ser parte de los hechos, tomar decisiones concretas para un cambio. De una vez por todas, hay que decir BASTA.

Termino “según mi opinión”, viendo cómo Jesús le pide a Pedro que se involucre en SU proyecto pastoral. Le pide que cambie, que inicie definitivamente ese camino transformador hacia la llegada del Espíritu Santo. De la misma manera nos invitó a nosotros a SU proyecto pastoral, no al nuestro. Repito: es SU proyecto, son SUS ovejas y SUS corderos.

Te pregunto: ¿Amás a Dios? Pensalo bien... No te apresures a contestar.

 

¡Dios te bendiga y buena jornada!

 

Roberto R. Góngora
Pastor – Licenciado en Teología

4 comentarios:

  1. Buenos días y gracias por el precioso mensaje, bendiciones

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  2. GRACIAS !!!! Me hace bien "tu opinion " ...siento que debere releerla para internalizar y afianzar dia a dia el mensaje de compromiso !!!! Gracias otra vez .

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    1. Bueno, agradecido a Dios por ver que hace bien esta "opinión". Aunque no pueda ver tu nombre,espero que Dios bendiga tu vida grandemente.

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